El gato y el ratón (David Hale)

Sonreí, había conseguido despistarlos, o eso creía, la verdad era que había logrado despistar a su hermana gemela, Lizzy, pero no a su otro perseguidor, uno de sus mejores amigos, David,. La seguían porque ella quería estar un rato sola y ellos, ambos, querían protejerla de múltiples "peligros".

Suspiré y entré al centro comercial, a la libreria de este concretamente, adoraba los libros y leer, el olor de la biblioteca era sin duda alguna uno de sus favoritos, junto con el olor a hierba mojada o recién cortada, esa libreria antigua la había descubierto en una de sus escapadas antiguas y era donde solía ir cuando lograba escaparse, era como su santuario, su lugar personal, aunque fuera una tienda y cualquiera pudiera entrar este tipo de lugares no llamaban la atención de todo el mundo.

La tienda era de una pareja de señores mayores, muy amables y simpáticos que siempre me sonreían cuando entraba y cuando salía, aunque no hubiera comprado nada pues para ellos aquel lugar era también una sala de lectura, la pareja, que llevaban cerca de 55 años de casados, parecían quererse tanto como el primer día, o incluso más, y eran sin duda alguna una parte importante de los recuerdos que me llevaría de Nueva York cuando volviesemos a casa.

Me perdí entre las estanterias llenas de libros, tanto antiguos como nuevos, y sonreí al sentir la sensación de tranquilidad que me envolvía, me estaba moviendo por las estanterías cuando sentí un aura cerca de allí, al parecer no había conseguido despistar a David, pues esa aura no era la de su gemela. Tomé asiento mientras cogía uno de los libros y empecé a leer, esperando lo inevitable, que me encontrara, más tarde ya volveria a huir.

Estaba leyendo La Sirenita cuando sentí el aura aproximarse y entrar a la librería, suspire, hice caso omiso y seguí leyendo. Sentí como alguien, probablemente David, se sentaba a mi lado pero seguí leyendo sin levantar la vista pero lo escuché reir y lo miré con algo de molestia, era el momento del día que más me gustaba, cuando podía entrar en esa libreria y escoger uno de los libros que más me gustaban para leer, sinceramente había calculado que David tardaría algo más en darse cuenta que seguía a la gemela equivocada, aunque aún no creía que no se hubiera dado cuenta de que la ropa era completamente distinta, en fin, era hombre y no se fijaba en estas cosas precisamente.

Volví mi vista al libro y le respondí- Hola David- dije con algo de cansancio en la voz, que denotaba la de veces que había estado en una situación parecida, la voz no parecía la suya pero sabía que era él. Me estremecí cuando susurrón en mi oreja, nunca antes lo había echo, pero duró solo una fracción de segundo. - Sin embargo puedo intentarlo- le contesté con la vista fija en el libro, lo miré divertida- Cuanto has tardado en darte cuenta de que era Lizzy y no yo a la que seguías? - le pregunté divertida mientras me levantaba y devolvía el libro a su estante y me ponía de puntillas para coger un ejemplar de Romeo y Julieta.

Adoraba la historia de La Sirenita, aunque no le gustaba para nada su trágico final, pero poco podía hacer ella salvo imaginar uno donde ella sobrevivía y encontraba el amor verdadero.

Al escoger el libro de Romeo y Julieta no me fijé exactamente que libro cogía, la verdad era que llevaba una temporada leyendo demasiados libros humanos de amores trágicos como La Sirenita, Romeo y Julieta, etc. Vi a David mirar mi libro con el cejo fruncido, estaba divertido así, gracioso y atractivo, aunque eso último solía ser siempre. Suspiré y negué con la cabeza- Aún no se porque a la gente le cuesta distinguirnos si somos tan diferentes- dije divertida, nuestra manera de andar, de hablar y de gestualizar era diferente, pero la gente nunca o casi nunca se fijaba en esos pequeños detalles.

Reí, así que era por eso que lo miraba con el ceño fruncido- Es de un amor imposible entre los hijos de dos familias rivales, acaba bastante mal pero es un libro bonito- dije sonriendo con ternura mientras acariciaba el libro. - Es uno de mis favoritos, al menos dentro de esta temática- dije riendo, realmente tenía demasiados libros favoritos.

Pasa hojas de su libro y, honestamente, no piensa que sea un libro para niños pequeños. Hay secretos, cosas ocultas, que los pequeños no podrán entender. Cosas imperceptibles, que pasan de largo. Los poemas dicen más de lo que piensan, y cuando nos tomamos la locura como un chiste, sabemos que tanto el Sombrerero como el divertido Conejo Blanco sufren ante la crueldad de la Reina Roja y su "mascota", el Galimatazo. Tras mirar la contraportada, se indica que no es el primer libro, si no también es la secuela. Los dos en uno. Sonríe y lo cierra, apartándolo a un lado para luego comprarlo.

Asiente mientras murmura "Ahá". "Con que amores imposibles... Romántico, sip, lo sabía", piensa David. Echa un vistazo por encima del hombro de Nayra, aprovechándose de su alta estatura, y nota que algunas palabras riman. ¿Es un poema? No lo sabe... no puede mirar tan bien, pues Nayra le tapa un poco la vista. Se inclina tanto que se le cae del bolsillo una caja de tabaco. Se agacha para cogerla lo más rápido que puede pero Nayra la ve. No quiere mirarle, así que se guarda la caja y se intenta levantar mientras saca el dinero para comprar el libro, dirigiéndose a la caja registradora, pero la mano y la mirada fulminante de Nayra le cortan el paso.

-Nayra, déjame pasar- puede hacerlo, puede pasar, pero teme lastimarla, a veces no controla su fuerza.

Me acomodo de nuevo en la silla y abro el libro de Romeo y Julieta para volverlo a leer, lo adoro, está escrito en verso narrativo, al menos esta versión, mi favorita, es una suerte que aún no lo hayan vendido, la próxima vez que venga lo compraré pensé mientras me adentraba en la antigua ciudad de Verona, en un baile de máscaras donde los dos protagonistas se conocen y enamoran.

Rié a sabiendas de que el libro le parecerá ñoño y soso y demasiado cursi, pero de vez en cuando me apetecía leer cosas así. No sentí cuando David se inclinó para leer el libro pues estaba demasiado concentrada en su lectura, sin embargo esucha como algo cae al sueloy se gira, viendo una caja de tabaco que seguramente se ha deslizado del bolsillo de David, lo miré fulminante, odiaba el echo de que él fumara pero poco podía hacer salvo mirarlo mal cada vez que veía el paquete y cuando él estaba conmigo hacía ver que no llevaba tabaco. Me levanté al ver que no solo evitaba mi mirada, sinó que se levantaba para pagar e ¿irse?, así pues por la estatenria de detrás atajé y le corté el paso con el brazo, mirandolo algo enfadada.

- Deberías dejarlo- dije omitiendo sus palabras- Además no me enfado porque no lo hayas dejado, se que es un vicio tuyo... Si no porque siempre me reuyes la mirada luego...- le dije mirandolo a los ojos, estaba harta de que hiciera eso y quería que comprendiera de una vez que aunque no me gustara que lo hiciera no lo odiaria solo por eso. Me aparté para dejarlo pasar y les sonreí a los abuelos, que nos miraban algo sorprendidos por nuestra "discusión".